martes, 28 de abril de 2009

ELIMINAR EL MENSAJERO PARA IGNORAR EL MENSAJE

Magdalena Gómez

La natural centralidad del grave problema de la influenza de origen
porcino no debe llevarnos a desplazar el interés y la atención sobre otros
temas igualmente graves que también atañen a toda la ciudadanía.
Precisamente el Foro Internacional sobre la Criminalización de los
Defensores de Derechos Humanos y de la Protesta Social, realizado en
Chilpancingo, Guerrero, la semana pasada, mostró las evidencias de la
política de Estado que se practica en el calderonismo y en algunos
gobiernos estatales, independientemente del signo político, consistente en
eliminar al mensajero para ignorar el mensaje, variante actual de aquella
delineada por el salinismo: "ni los veo ni los oigo".

¿Qué otra cosa son los defensores de derechos humanos si no mensajeros que
presentan al Estado los graves déficits en su obligación de garantizar a
todas y a todos el ejercicio de derechos humanos? Le acercan el espejo
sobre una realidad que no se quiere asumir. De ahí que prefiera centrar su
persecución en aquellos que dedican su vida a defender estos derechos.

En el foro mencionado, integrantes de 50 organizaciones no
gubernamentales, indígenas, campesinas, magisteriales y sociales,
destacando el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, la
Red Guerrerense de Derechos Humanos y la Red Nacional de Organismos
Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos
(Red-TDT), coincidieron hoy en que existe una tendencia a desprestigiar la
labor que realizan y, peor aún, a criminalizarla.

Han transcurrido más de dos meses del secuestro y asesinato de los
defensores indígenas Raúl Lucas Lucía y Manuel Ponce Rosas y no hay
resultados de las investigaciones para detener y procesar a los
responsables de estos crímenes. Por ello, los activistas reunidos en
Guerrero acordaron exigir al gobierno federal que atraiga las
investigaciones por conducto de la Procuraduría General de la República
(PGR) para que se garantice que la desaparición forzada, tortura y
ejecución extrajudicial de los defensores de derechos humanos no quede
impune y que para ello se realicen investigaciones imparciales, objetivas
y expeditas. Este caso, se ha insistido, expresa un patrón de
criminalización.

Las denuncias son cotidianas y más nos valdría prestar más atención a
Chiapas. El Centro Fray Bartolomé de las Casas emitió una acción urgente,
porque el pasado 17 de abril se realizó un operativo policiaco con
efectivos de la Policía Federal Preventiva y la Policía Estatal
Preventiva. Su objetivo era desalojar el bloqueo carretero que miembros
adherentes a la otra campaña del ejido San Sebastián Bachajón realizaban
en el crucero del centro turístico Agua Azul, para demandar la liberación
de sus seis compañeros, detenidos arbitrariamente y torturados cuatro días
antes.

De ninguna manera se puede alegar ignorancia del gobierno federal ni de
algunos de los estados como Chiapas, Guerrero y Oaxaca. La situación de
riesgo que se vive fue expresada en el Informe de la Comisión
Interamericana sobre la Situación de las Defensoras y Defensores de los
Derechos Humanos en las Américas de 2006, en el que se sugirió la creación
de un programa estatal de protección de defensores, así como las recientes
recomendaciones dirigidas al gobierno mexicano por parte del grupo de
trabajo del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre el
Examen Periódico Universal.

Las contradicciones entre el gobierno federal y los organismos de derechos
humanos son de fondo: una se concretó con las iniciativas que Felipe
Calderón envió al Senado, proponiendo modificar la Ley de Seguridad
Nacional para legalizar la presencia del Ejército en labores de seguridad
pública. Recordemos el reciente Informe del Centro Pro de Derechos
Humanos, el cual muestra cómo los militares vulneran derechos de la
ciudadanía.

No hay señales de que la política calderonista pueda variar. Día con día
se presentan oportunidades para mostrarlo. Atender las demandas en torno
al caso Atenco puede ser una para que los líderes sociales Ignacio del
Valle, Felipe Álvarez y Héctor Galindo, recluidos desde hace casi tres
años en el Centro Federal de Readaptación Social del Altiplano en el
municipio de Almoloya de Juárez, sean trasladados en lo inmediato al penal
de Molino de Las Flores y, más aún, decretar la amnistía ante las
aberrantes penas que les han impuesto.

Ante estas realidades palidece la recientemente aprobada reforma
constitucional en la Cámara de Diputados (aún falta el resto del proceso)
en torno a la inserción del concepto de derechos humanos y la mención de
que incluyen los señalados en tratados internacionales, sin olvidar que se
mantiene el candado de subordinación de éstos, pues se dice: "En su
aplicación, bajo el principio de no contradicción con esta Constitución,
se observarán aquellas que resulten más favorables a los derechos de las
personas".

Como vemos, es amplia la agenda para dar cauce a un Estado democrático de
derecho más allá del gastado y retórico discurso.

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