miércoles, 29 de abril de 2009

La rebelión de los tapados (II)

La fase quinta

Llego a la oficina y lo primero que hago es revisar el periódico en internet. El encabezado de la nota principal es, por decir lo menos, devastador: “la pandemia es inminente”. La OMS subió el nivel de alerta a la fase quinta, lo cual quiere decir que la enfermedad se desarrolla en dos o más países de manera autónoma, y queda poco tiempo para prepararnos a enfrentar el desastre, por cierto.
Mientras tanto, en México nos encontramos en una situación de volatilidad estadística. Suman ya 159 muertos probables por el virus, hay 23 decesos confirmados que dieron positivo a influenza porcina, pero que pudieron morir de alguna otra enfermedad respiratoria, según podemos entender; y hay 7, sólo 7, que efectivamente murieron a causa de la acción del virus A/H1N1.
Hace veinticuatro horas, las cifras que teníamos en “La rebelión de los tapados” eran otras. Desde luego, el post lo subí antes de que el Secretario de Salud aclarara, en su conferencia de prensa de las 21:15 horas, que se estaban “limpiando” los datos. Vaya, el problema que está en el fondo, más allá de los muertos y los enfermos, quienes al parecer no cuentan, o cuentan sólo en función de las estadísticas, es que aún prevalece la incertidumbre, la falta de información precisa, lo cual genera pánico, desasosiego, acciones aisladas, generación espontánea de hipótesis que enturbian cualquier análisis posible de la realidad. Frente a la absoluta ausencia de claridad por parte del gobierno, cualquier explicación posible es buena.
Que si se trata de una maniobra política, de una cortina de humo para llevar a cabo no sé qué oscura reforma; que si al virus le salieron patas y se escapó del frasco donde lo estaban estudiando; que si es un complot farmacéutico-financiero a nivel global para superar la crisis; que si un gringo de los que vinieron con Obama lo traía escondido en la bolsa del saco; que si es un organismo extraterrestre; que si la ira de Dios. Todas, absolutamente todas, hipótesis que no tienen ningún fundamento técnico. Aparte del amarillismo de los medios masivos de comunicación, ahora también tenemos que enfrentarnos al rumor, a la basura informativa. No se puede debatir de esa manera. Sin embargo, y aquí está otro aspecto que debemos tomar en cuenta, mientras no se concentre, se analice, se organice toda la información, y se le transmita a la sociedad claramente, vamos a seguir nadando en un mar de basura hipotética, lo cual representa un riesgo bastante grave. Este riesgo consiste en que, al no tener un análisis “decente” de lo que está sucediendo, lo único que podemos hacer es quedarnos cruzados de brazos, o peor aún: salir a la calle como si el sol brillara gracias a nuestras buenas intenciones, y ya metidos en ese tren, nadie debe sorprenderse si de pronto surgen iniciativas espontáneas de movilización social.
Asumamos responsablemente el papel que nos toque jugar en este proceso. Me parece que uno de los primeros pasos que debemos dar es ejercer nuestro derecho a la información, erradicar por completo la pandemia del engaño. Quizá, dentro de esta fase quinta, habría que instalar un laboratorio de medios de comunicación. Monitorear qué dicen los periódicos, las estaciones de radio, las televisoras y los medios independientes. Contrastar sus versiones, revisar sus fuentes, sus datos, y hacer un balance general. Del mismo modo, estar al pendiente de los comunicados de las instancias gubernamentales en materia de salud. Además, no hay que perder de vista lo que está sucediendo políticamente, es decir, no hay que concentrarse únicamente en la epidemia, sino también en todas las demás áreas de la agenda del país.

1 comentario:

  1. "Any strategy based on exploiting the window of opportunity opened by a traumatic shock relies heavily on the element of surprise. A state of shock, by definition, is a moment when there is a gap between fast moving events and the information that exists to explain them" (579)
    "All shock therapists are intent on the erasure of memory" (585)
    Shock Doctrine, by Naomi Klein

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